Documento de discusión
presentado en el Programa Oficial de la Convocatoria auspiciada por
el Ayuntamiento del Distrito Nacional sobre "Ideas Urbanas para
Santo Domingo".
Auditorio del Banco Central de la República Dominicana. Santo
Domingo, D. N. 11 de enero de 2002
CONTENIDO:
Introducción
1. Planes y proyectos urbanos en América
Latina.
1.1. Crítica: Los intervencionistas y las implantaciones en
los emplazamientos.
1.2. Propuesta: El nuevo urbanismo concertado.
1.3. Reto: Una nueva arquitectura para un nuevo urbanismo.
2. Sobre la arquitectura y el urbanismo.
2.1. Autocrítica: "La arquitectura por la arquitectura".
2.2. Propuesta: La "arquitectura social".
2.3. Reto: Búsqueda de ideas para "buenas prácticas
urbanas".
3. Limitaciones para generar ideas urbanas.
3.1. Problema: ¿cómo generar ideas comunicables, evolucionables
y adaptables en estos tiempos de globalización?
3.2. Reto: La gestación y aplicación de nuevas políticas
urbanas para nuevas ideas urbanas.
Introducción:
Siempre me ha llamado la atención el hecho de que todavía no se entiende
la diferencia entre “hacer arquitectura” y “hacer ciudad”. Una cosa
no es necesariamente igual a la otra. Simplemente pensemos en cuántos
hechos arquitectónicos (la mayoría de ellos, justo es decirlo, inspirados,
decididos y/o realizados por ingenieros) han contribuido con “deshacer
la ciudad” mediante la destrucción de espacios públicos, la negación
de la cultura local, la sustitución innecesaria de las edificaciones,
las implantaciones enajenadas, los trazados viales que arrasan y separan
el tejido y la sociedad urbana, etc.
Toca precisamente a los arquitectos y urbanistas el reto de hacer
proposiciones lúcidas y factibles de ideas y proyectos que demuestren
que se puede “hacer una arquitectura y un diseño urbano que contribuya
con el objetivo de hacer ciudad”. Me parece que la motivación “ideas
urbanas para hacer ciudad” subyace en el objetivo de la Convocatoria
que en estos días reúne aquí a este notable grupo de arquitectos iberoamericanos.
Pero, ¿cómo es la ciudad para la cuál se necesitan estos trabajos?
Esta mañana, los arquitectos Calventi y Valdez abundaron sobre este
tema y por lo tanto sólo anotaré algunas ideas adicionales a modo
de Introducción a la problemática que me toca abordar.
La ciudad de Santo Domingo, se desenvuelve en un ámbito urbano que
se debate en la sobrevivencia diaria. Esta es la realidad: estamos
frente a una ciudad que sufre colapsos sectoriales que imposibilitan
su funcionamiento con un mínimo de estabilidad. Prácticamente esta
ciudad no se desarrolla, sino que crece colapsándose y sobreviviendo
día a día, minuto a minuto.
¿Cómo generar entonces ideas urbanas para una ciudad que a duras
penas sobrevive a pesar de la continua reproducción de la pobreza,
del incremento poblacional, de la des-industrialización nativa, del
alto índice de desempleo, de los peores o ausentes servicios públicos,
del caos en el tránsito y en el transporte, de la degradación ambiental
acelerada, de la destrucción de su patrimonio cultural, de la violencia
y delincuencia urbana, de las intervenciones para implantar centros
comerciales, enclaves turísticos, locales de fast-food y todos los
otros elementos que colonizan la vida cotidiana...?
Todo esto sin olvidar que esta ciudad también milagrosamente sobrevive
a pesar de los políticos y los gobiernos, de los ingenieros y contratistas,
de los especuladores del suelo urbano, de los inversionistas sin control...
y de los arquitectos y urbanistas.
Entonces, de nuevo, ¿cómo generar ideas urbanas para pasar de la
sobrevivencia al mejoramiento sustentable y de ahí apuntar a un verdadero
desarrollo para alcanzar la calidad de vida? Ese es nuestro problema
y ojalá que se convierta en uno de los retos de esta Convocatoria
para arquitectos y urbanistas: la posibilidad de hacer una “arquitectura
reflexiva, relevante y apropiada” dentro de una gestión urbana participativa
que apoye la práctica del urbanismo concertado.
1.
Planes y proyectos urbanos
en América Latina.
Gran parte de la crítica que se le hace a los planes urbanos que
se han aplicado en Latinoamérica parte del hecho de que dichos planes
no se basan en alguna forma sostenida de gestión urbana. Por esta
razón, se ha propuesto un mayor énfasis en la práctica del nuevo urbanismo
concertado para reorientar la elaboración de los planes urbanos con
el fin de “conseguir cierta coherencia en el acto disperso de hacer
ciudad”. Se ha revivido así el paradigma de la gestión urbana para
postular que el proceso de creación de la ciudad depende del protagonismo
de los gobiernos locales y del grado de participación de sus habitantes.
De ahí que cualquier intervención en el espacio urbano no busca simplemente
urbanizar materialmente las periferias, hacer más equipamientos y
dar más servicios. La intervención urbana debe servir, sobre todo,
para “socializar la condición de ciudadanía” creando las condiciones
culturales y materiales para que la población menos integrada socialmente
forme realmente parte de la ciudad, formule sus demandas y exigencias
y utilice realmente el espacio urbano y sus bienes colectivos (Borja
et al).
Los elementos que sostienen el nuevo urbanismo concertado no solamente
exigen participación, descentralización y aceptación del pluralismo
y la diversidad. También están reclamando una verdadera integración
de todos los sectores dentro del ámbito urbano para disminuir las
tremendas desigualdades que se expresan simultáneamente y se reflejan
en “una ciudad para los ricos, la modernidad y la opulencia” y otra
“ciudad para los pobres, la ausencia de servicios y la miseria”.
Dentro de este contexto queda replanteado el rol de la misma planificación
urbana o urbanística como instrumento de intervención en la ciudad.
El nuevo urbanismo concertado enfatiza el rol de la gestión del desarrollo
urbano/municipal, ya que ella interviene en todos los procesos, desde
antes de iniciarse la planificación hasta el monitoreo de las actividades
propuestas y la evaluación de sus resultados. Como dice García Pleyán
(N/D): “hasta ahora se había ignorado toda la actividad coordinadora
y negociadora a través de la cual se materializa realmente un plan,
sin reconocer que la planificación se encuentra inmersa en un proceso
de gestión que la precede –condicionando sus métodos y objetivos-
y la sucede y la materializa –determinando sus resultados”.
De esta forma, aunque la compleja práctica del urbanismo sigue atada
a la arquitectura, al planeamiento y a muchas otras disciplinas profesionales,
su operatividad e impacto social dependen de la inclusión de la participación
ciudadana en la mayoría de las etapas de la gestión, ordenación y
planificación urbana. En el caso específico de la arquitectura y tratándose
esta Convocatoria mayormente para este tipo de profesionales, habría
que señalar que su propia orientación y accionar también se ha venido
adaptando a una visión más apropiada del urbanismo concertado.
2.
Sobre la arquitectura y el
urbanismo.
Son muchos los eventos mundiales donde recientemente han resurgido
los planteamientos que piden reconsiderar la práctica de la arquitectura
para el nuevo urbanismo. Como ejemplos significativos se pueden señalar
la Conferencia Hábitat II desarrollada en Estambul donde en
varios paneles se debatió el tema de “una arquitectura para el desarrollo
de los pueblos”; la última Bienal de Venecia que postuló “mas
ética y menos estética”, y el XX Congreso de la Unión Internacional
de Arquitectos celebrado en Pekín que se dedicó a “la preocupación
por el sentido social de la Arquitectura y el Urbanismo a las puertas
del siglo XXI”.
2.1.
Autocrítica: “La arquitectura por la arquitectura”.
Robert Campbell escribió recientemente en Architectural Record
un planteamiento que ha dado origen a una serie de inquietantes cuestionamientos
sobre la arquitectura. “Muchos arquitectos célebres –dice Campbell-
cometieron muchos errores en épocas anteriores, pero estos continuaban
siendo aplaudidos por una minoría que le fascina hacer fetiches de
la arquitectura, mientras la gente, el público en general, comenzó
a desconfiar de los arquitectos. Un ejemplo obvio ocurrió en los ’60,
cuando los planificadores y sus arquitectos, con las mejores intenciones,
nivelaron grandes porciones de nuestras ciudades, reemplazándolas
con las muy Lecorbusianas “Ciudades Satélites” o con grandes y poderosos
monumentos de concreto vaciado. Con estas edificaciones, que no tomaban
en cuenta la trama de la vida de la ciudad, como la entendía Jane
Jacobs, se dejó una mancha en la profesión de la arquitectura.
Más tarde surgió una nueva generación dándose auge con el post-modernismo...
pero como es bien conocido, sus aplicaciones se hicieron de manera
caprichosa, chistosa y superficial, dejándonos monumentos que eran
malos lugares de trabajo para la gente que tenía que utilizarlos...
Pregunta Campbell: ¿puede un edificio, sin ningún tipo de contenido
interior, ser una grandiosa arquitectura?; ¿es una superficie elegante
todo lo que demandamos?
“Ciertamente, la arquitectura es un arte, pero diferente al arte
de la escultura, el cine o la alta costura. Arquitectura es el arte
de construir lugares. Estos espacios existen para ser habitados por
la gente y no solamente incluyen interiores arquitectónicos, sino
también calles, plazas y jardines. Cualquier gran virtud que posean
estos espacios debe servir para un propósito en el lugar y en el entorno
donde se encuentran. De lo contrario, la arquitectura quedará reducida
a un conjunto de imágenes sin tiempo ni lugar dentro de una pantalla
cibernética...”.
Y Campbell concluye con estas interrogantes: “¿Podrán
seguir en boga los diseños en la arquitectura que parecen resultar
de un choque de trenes, o de edificios “terremotados” producidos por
el “corta-y-pega” post-modernista? ¿Será pasajero este conjunto de
clichés compuesto por todas estas burbujas, choque de trenes, fractales
y plegamientos con pantallas perforadas que la corriente de moda ha
convertido en una especie de “edificios catastrofiados”? ¿Serán estos
edificios funcionales para sus propósitos y su entorno? ¿Comunicarán
algún significado que el público comprenda? ¿Serán duraderos? En caso
contrario, nosotros los arquitectos, seremos los perdedores”... y
yo añadiría que nuestra sociedad quedaría aún más atrasada dentro
de una apariencia de “falsa modernidad importada”.
2.2. Propuesta: La “arquitectura social”.
La argumentación de una “arquitectura social” versus la “arquitectura
por la arquitectura” fue defendida por Lucien Kroll en 1998 durante
su participación en el Congreso Internacional de Valencia auspiciado
por la UNESCO sobre “La arquitectura y las ciudades en el siglo XXI”.
He aquí algunas de sus ideas que merecen citarse extensamente:
·
“Una
“arquitectura por la arquitectura” es la que tiende a resolver los
problemas del hábitat dándole a este una forma definitiva dentro de
leyes monolíticas, fuera cuales fueran las circunstancias que pudieran
introducir desviaciones...Por otro lado, una arquitectura es social
cuando tiene en cuenta que también existe una cultura popular creativa
con la cual se puede identificar, hasta el límite de la empatía, para
preservar su liturgia, su ecología social, su poética del espacio,
su cultura...”.
·
“Acercándose
a las personas, estando con ellas (sin considerarnos diferentes de
ellos), entendiéndolas, escuchándolas (no hace falta ni siquiera preguntarles,
pues nunca les cuesta hablar), se aprende mucho, a condición de ponerse
en "estado receptivo", pues se trata de entenderles y comprenderles
honestamente, y no de oír sólo lo que se quiere oír... Y si se consiguieran
captar las formas personales de habitar y se aprendiera a organizarlas
respetándolas como si se tratara de una cultura infinitamente preciosa,
se encontrarían formas y arquitecturas nuevas y auténticas. Es así
como pueden llegar a realizarse proyectos de arquitectura coherentes
pero más complejos de lo que el ego del arquitecto oficial desea...”.
·
“Hay
que permanecer muy atentos a la evolución de los espíritus, sobre
todo de los que no tienen ocasión de expresarse: lo "popular"
siempre acaba devorado por el poder. Hay que saber hasta qué punto
la "gente" se siente colonizada por el poder y esto la lleva
a ignorarlo... El estilo internacional contribuye a bloquear la cultura
local contemporánea dentro de la cual la gente se reconocía más familiarmente
dentro de sus estructuras y con sus propias imágenes”.
·
“El
arquitecto es un buen generalista y un mal analista. Está muy poco
especializado, pero para eso siempre puede recurrir a otras profesiones
complementarias. Y por eso creo que el arquitecto sigue siendo cada
vez más necesario. A pesar de todas las críticas que merece, el arquitecto
sigue siendo quien mejor hace arquitectura. Si se deja que sean otros
quienes la hagan, siempre faltará una dimensión esencial. Los ingenieros
realizan a menudo edificios muy bellos, instrumentos o infraestructuras
magníficas, es evidente, pero no se trata de eso. Son objetos solitarios.
A los arquitectos se les pide más que eso, se les pide que trabajen
con y para la gente, para crear sus espacios respondiendo a sus necesidades
y a la de sus entornos. Pero no estoy muy seguro de que los arquitectos
más reconocidos actualmente busquen contactos de este tipo... Los
arquitectos necesarios no son los que ahora conocemos, sino aquellos
que se hayan formado, se estén formando o se formen en un futuro de
una manera por completo diferente”.
·
“Por
eso veo con esperanza a los jóvenes arquitectos. En lugar de esperar
construir palacios, los jóvenes arquitectos deberían dedicarse más
bien a construir para estos colectivos autogestionados, atendiendo
a las diversas ecologías y a esas formas de fragmentación de la construcción
que permiten, incluso a través de nuestras estructuras de mercado
(¿libre realmente?), nuevas responsabilidades, nuevas redistribuciones
de las funciones, de las técnicas y los materiales en base a otros
criterios al margen del coste o la moda... Me parece muy bien que
haya gente joven que deseen estudiar arquitectura, incluso aunque
no sea seguro que puedan llegar a hacer arquitectura tal como se la
conoce hasta ahora. Pueden inventar otra... En cualquier caso es más
importante ser contemporáneo que moderno...”.
La aplicación de la “arquitectura social” ha sido demandada en todos
los países y culturas porque ella parte de un reconocimiento de las
condiciones en que vive la gente. Su práctica se incrementa cada vez
más en todos los continentes, especialmente en aquellos lugares donde
las necesidades de la población pobre demanda rápidas alternativas.
No obstante, muchos habitantes urbanos entre los que sobresalen los
tecnócratas, los políticos corruptos y la población más acomodada
de la ciudad, mantienen la tendencia a ignorar la situación y hasta
la existencia de los pobres urbanos. Galeano considera que nuestras
sociedades están regidas por un sistema ciego. El se pregunta: “¿Qué
son las personas de carne y hueso?” Y él mismo contesta: “Para los
economistas más notorios, números. Para los banqueros más poderosos,
deudores. Para los tecnócratas más eficientes, molestias. Y para los
políticos más exitosos, votos”. Quizás se puede añadir que las personas
de carne y hueso que habitan en los emplazamientos de nuestras ciudades
significan poco o nada para muchos urbanistas de renombre.
2.3. Reto: Búsqueda de ideas para “buenas prácticas urbanas”.
El alcance de una idea urbana viene determinado por la intención
de la idea de convertirse en una propuesta de intervención dentro
de un emplazamiento para corregir fenómenos que obstaculizan el desarrollo
urbano de toda la ciudad. Esto significa que la idea debe preocuparse
por ser factible, aplicable y replicable (Fariña Tojo). Pero los límites
de su alcance quedarían más precisos y mejor definidos si la idea
pretendiera suscitar lo que se conoce como “buenas prácticas urbanas”,
según la acepción consensuada por la Cumbre Mundial Hábitat II en
Estambul (1996).
A partir de ese año se han celebrado cuatro concursos internacionales
para seleccionar las mejores prácticas urbanas. Recientemente, en
la reunión denominada Estambul+5, se hizo una revisión de los
términos de referencia para la próxima convocatoria que culminará
en Dubai en octubre del 2002. Siguiendo estos criterios y pensando
en la situación por la que atraviesan las ciudades caribeñas, se pueden
identificar una serie de elementos que deben tener las ideas urbanas
para suscitar “buenas prácticas urbanas”.
En cuanto a la orientación de la idea, se propone que la misma debe:
·
Impactar: buscando mejoras tangibles en las condiciones de vida de las personas,
sobre todo aquellas que luchan por la supervivencia.
·
Cooperar: buscando la asociación y coordinación de varias entidades o grupos
para llevarse a cabo.
·
Perdurar: buscando cambios duraderos en la normativa, las políticas sociales,
en las estrategias sectoriales, en los marcos institucionales y en
los sistemas de administración y gestión.
·
Liderear
y fortalecer: buscando traer iniciativas que fomenten cambios, que la comunidad
participe, que haya aceptación e integración de la diversidad cultural
y social, que haya adecuación a las condiciones locales y posibilidad
de transferencia a otros emplazamientos.
·
Favorecer: buscando intervenciones para corregir los problemas de miseria,
pobreza y descontento colectivo, logrando la inclusión social de los
grupos marginados o separados o ignorados.
·
Innovar: buscando propuestas atrevidas, originales y novedosas.
Para comprender lo que se considera como “buenas prácticas urbanas”,
se puede examinar el siguiente listado de contenidos extraído de uno
de los proyectos ganadores de la última convocatoria de Hábitat II:
“Rehabilitación de un barrio con población excluída o marginalmente
integrada a la economía urbana”.
·
Reurbanización
y recuperación de espacios públicos.
·
Creación
de equipamientos.
·
Creación
de un servicio de atención al desempleo.
·
Fortalecimiento
de la actividad comercial.
·
Programas
de formación laboral.
·
Reinserción
de colectivos marginalizados o excluidos.
·
Creación
de un consejo social.
·
Programa
de vivienda.
·
Fomento
de la participación ciudadana (coordinación de 33 ONGs, Ayuntamiento,
Gobernación, Gobierno Central, empresas privadas, organismos internacionales,
participación directa de 1,200 vecinos, inclusión de desempleados,
prostitutas, etc.).
Como se puede ver, el énfasis no solamente se hace en los planteamientos
constructivos sino también en los sociales, tomando en cuenta a la
población local y a los que trabajan con ella. En caso contrario,
si se trabaja sin la gente, entonces la propuesta será para un área
donde la población local difícilmente aprovechará sus resultados.
3.
Limitaciones
para generar ideas urbanas.
3.1. Problema: ¿cómo generar ideas comunicables, evolucionables y
adaptables en
estos tiempos de globalización?
La necesidad de generar ideas comunicables, evolucionables y adaptables
a lo local se ha convertido en una prioridad en estos tiempos de globalización.
Paradójicamente, lo más difícil de lograr en esta “Era de la Información”
es el contacto directo con la situación local y cotidiana que nos
rodea. Según Castells, esta desconexión ocurre por la convergencia
de los siguientes factores:
1.
La
acelerada aparición de nuevos sistemas de comunicación electrónica que han creado un “hipertexto electrónico” y, a su vez, han provocado
una fragmentación de sentido de ese hipertexto.
2.
La
emergencia de un nuevo tipo de temporalidad
que Castells denomina como el “tiempo atemporal”.
3.
La
emergencia de un nuevo tipo de espacio,
el “espacio de los flujos” que opone y aisla lo local de lo global.
El primer punto nos remite a la problemática de la incomunicación.
A pesar de estar en la “Era de la Información”, no hay convergencia
entre los distintos medios de comunicación. Cada actor, individual
o colectivo, construye su propio hipertexto y por eso no se asegura
la comunicabilidad entre los actores. Por consiguiente, hay una situación
cultural de fragmentación de sentido y de fragmentación de expresiones
culturales que, en suma, nos lleva a una fragmentación de los sistemas
de comunicación.
El segundo punto es la transformación del tiempo. En realidad, se
puede decir que vivimos en una época en que el tiempo se desintegra
y el espacio se globaliza. Surge entonces el “tiempo atemporal” donde
la Historia, el pasado y el presente se mezclan en las mismas secuencias.
Pero, desde el punto de vista del actor, cada individuo construye
una pluralidad de temporalidades y, al ser temporalidades individuales,
éstas se convierten en no-comunicables.
El tercer punto se refiere a la aparición del “espacio de los flujos”
donde se manifiestan todas las actividades dominantes de nuestra sociedad,
las cuales se realizan en distintos lugares del mundo. Estos “lugares
globales” forman parte, junto con otros lugares dentro de cada país
o ciudad, de un “hiperespacio” organizado por los rápidos flujos de
comunicación y transporte. Los lugares de este hiperespacio quedarán
entonces mucho más conectados a este sistema global que a su entorno
local. Por otro lado está entonces el “espacio de los lugares”, el
espacio cotidiano, el espacio de la proximidad física, donde se expresa
la experiencia, donde se construye la identidad. Ese espacio, o bien
se aisla y se convierte en refugio identitario, o bien es un espacio
que se integra de manera marginal al hiperespacio quedando siempre
supeditado a lo que ocurra en este último. Surge así la fragmentación
de formas de convivencia espacial que no asegura la habitabilidad
en las ciudades.
Se produce de esta manera una disociación a nivel cultural entre,
por un lado, la cultura global, cosmopolita, instalada en las redes
dominantes del espacio de los flujos y, por otro lado, las múltiples
identidades locales, específicas, construídas en torno a códigos específicos
de experiencia local. Esta disociación también es percibible entre
“un ámbito mundial ubicuo, deslocalizado y el ámbito cotidiano, el
del encuentro primario cara a cara... Por un lado, ciudadanos del
mundo global, por el otro, personas sin ciudadanía ni derechos elementales...
Todo esto está relacionado con el acceso cada vez más diferenciado
a servicios, a modos de gestión, a espacios de decisión pública, al
reconocimiento social, a la seguridad personal, y, por supuesto, al
empleo y al ingreso” (Coraggio).
En lo que se refiere a la estructura espacial propiamente dicha,
asistimos a una nueva forma de urbanización. La Era de la Información
y las nuevas tecnologías no han disuelto las ciudades, como decían
los futurólogos, al contrario. Estamos en la oleada de urbanización
más importante de la historia de la humanidad. Dentro de unos 25 años
se calcula que dos de cada tres personas vivirán en ciudades. Pero,
sobre todo, en ciudades cada vez más de nuevo tipo, en megaciudades,
grandes extensiones espaciales indiferenciadas con urbanizaciones
sin nombre, con urbanizaciones instrumentales, aglomeraciones yuxtapuestas
de funciones, de viviendas, de centros comerciales, a lo largo de
autopistas y sistemas de comunicación.
En esas extensiones se asiste a la separación entre centros culturales
urbanos significativos y grandes extensiones territoriales sin señas
de identidad, conurbaciones sin nombre. Por lo tanto, he aquí el problema
para proponer una idea urbana que sea útil para estas ciudades: En
qué medida pueden idearse y construirse formas arquitectónicas y urbanísticas
capaces de establecer señas de identidad espacial en una conurbación
indiferenciada? Cómo y de qué forma algunas de estas propuestas urbanas
pueden constituirse en señas de identidad espacial? Para superar esta
separación entre lo global articulado y lo local desarticulado, entre
la cacofonía global y la individualización local, entre la conexión
global y la desconexión local, se plantea como una de las prioridades
la necesidad de espacios públicos en la ciudad como elemento central
de la convivencia y de la habitabilidad.
3.2. Reto: La gestación y aplicación de nuevas políticas
urbanas para nuevas ideas
urbanas.
Llegado este punto habría que recordar que no todas las soluciones
urbanas descansan solamente en los urbanistas. Los gobiernos locales
y nacionales tienen que cambiar la actual política social asistencialista
para convertirla en una política socioeconómica fundamentada en el
trabajo. Hay que incrementar y dirigir el gasto público para movilizar
la creatividad y las iniciativas locales por medio de la creación
de fondos para el desarrollo local sostenible. Esto es una tarea nueva
que deben emprenderla los ayuntamientos y los grupos dirigentes a
nivel local. Hay que lograr la formación de delegaciones barriales
para que la gente se mantenga preparándose para encarar los problemas
del barrio o la ciudad mediante su participación en proyectos productivos
de bienes y servicios, ya sea para el mercado, o para la sobrevivencia,
o para mejorar la calidad de vida.
Pero, como dice Coraggio, “si hablamos de ciudades estamos hablando
de sociedades que, aunque locales, son heterogéneas”. Por consiguiente,
no basta con diseñar programas “sólo para los pobres”, sino para todos
los sectores medios, para los gremios profesionales, para los pequeños
empresarios, para los exportadores, etc. Hay que enfrentar el desarrollo
de “sistemas productivos” más que de proyectos productivos. Para esto
se necesita desarrollar mercados nuevos basados en productos que generen
empleos locales porque son producidos por los propios miembros de
una comunidad.
En este sentido, los urbanistas necesitan de la firme decisión de
las autoridades locales y nacionales para que juntos vean a los barrios
como espacios de producción y no solamente como “pobres lugares residenciales”.
El énfasis de los programas de mejoramiento urbano no sólo debe ponerse
entonces en la vivienda, sino también en las redes de producción,
consumo y distribución. De esta manera, la población se sentirá más
estimulada a participar en la generación de un hábitat popular sano.
Mejorar la calidad de vida implica no solamente sanear las cañadas
o recoger la basura, sino, sobre todo, encontrar nuevas formas para
que la gente pueda ganarse la vida poniendo en práctica las potencialidades
locales. Una mejor ciudad no sólo requiere dotación de infraestructuras
con un acceso más equitativo, sino también mejorar los servicios educativos
para que los jóvenes puedan prepararse más efectivamente, ligando
su formación con el trabajo que puedan realizar. Es increíble la capacidad
y el potencial que tiene la población joven para resolver problemas
en las ciudades, para organizarse y lograr mejores formas de convivencia
urbana.
Como dice Coraggio, “el desarrollo exige cambiar estructuras y comportamientos”
y los urbanistas sólo pudieran colaborar en esto si existiera una
estrategia agresiva de políticas públicas que impacte progresivamente
todo el espacio urbano. Esta estrategia debe basarse en un incremento
del gasto público sostenido por la redistribución del ingreso y no
por endeudamientos innecesarios.
Pero el mayor agradecimiento que le darían los urbanistas a las autoridades
nacionales y locales sería cuando éstas se decidieran a contribuir
efectivamente con la “regeneración de un espacio público urbano libre
de acceso y encuentro de todos los ciudadanos”. Estoy seguro que los
urbanistas elaborarían mejores ideas urbanas si ellos supieran que
las autoridades públicas están seriamente comprometidas a regular
los mercados de servicios urbanos y las formas salvajes de especulación
con el suelo urbano. Este objetivo pudiera lograrse no mediante privatizaciones
perversas ni con transacciones corruptas, sino practicando una gestión
urbana participativa, responsable y transparente que auspicie la “construcción
social de la ciudadanía” basada en el nuevo urbanismo concertado.
Rafael Emilio Yunén
Consultores y Asesores Profesionales (CAP)
Profesor Titular en licencia-PUCMM
Santiago de los Caballeros
República Dominicana
Enero 10 del 2002.
REFERENCIAS
Borja, Jordi. “Diez desafíos del presente urbano latinoamericano”,
en Seminario de Lanzamiento de la Red Número Siete del Programa
URB-AL.Documento Base. Noviembre del 2000.
Campbell, Robert. “The boldness gap has narrowed, but at what cost?”,
en Architectural Record. June, 2001.
Castells, Manuel. The Rise of the Network Society.(London:
Blackwell Publishers. 1999).
Coraggio, José Luis. “Las políticas sociales urbanas en el contexto
de los procesos globales”. (Serie Conferencias 2000). Consultar:
http://www.fronesis.org
Fariña Tojo, José. “Supervivencia y mejora de la calidad de vida”,
Boletín CF+S. Número 17. Noviembre de 2001.
Galeano, Eduardo. “Los Invisibles”. Página 12. Diciembre 2001.
GRUPO ADUAR. Diccionario de geografía urbana, urbanismo y ordenación
del territorio. (Barcelona: Ariel. 2000).
Kroll, Lucien. Entrevista. Boletín CF+S. Número 9. Abril 1999.
Yunén, Rafael Emilio et al. “Ambiente Urbano y Participación Popular
en el Caribe”, en el libro Quiénes hacen ciudad? (Cuenca:
SIAP. 1997).
Yunén, Rafael Emilio (Editor). CEUR/PUCMM: Guía Metodológica de
Capacitación en Gestión Ambiental Urbana para Universidades,
ONGs y Gobiernos Locales de América Latina y el Caribe. (New York: PNUD. 1997).