12. “Mutaciones, cambios, simples alteraciones tienen tiempos diversos; fenómenos particulares, accidentales como las guerras o las expropiaciones, pueden arruinar en poco tiempo situaciones urbanas que parecían definitivas...”
Santo Domingo como toda ciudad ha sufrido cambios, paulatinos, cotidianos, los de la guerra y los de las expropiaciones e invasiones.
Las guerras de las montoneras de principios de siglo XX propiciaron la movilización de la burguesía comercial de la Ciudad Colonial a la exclusiva, en ese entonces, zona de Gazcue; ya anteriormente la seguridad militar organizada por Lilis había quitado a la muralla sus sentido de defensa militar, lo permitió el desarrollo de el barrio extra muros de Ciudad Nueva (Morel, 1994). Y durante la intervención norteamericana del 1916 al 1924, tanto Ciudad Nueva como San Carlos y sobretodo Gazcue, se consolidan, entre otras cosas, en el caso de este ultimo barrio, por la situación de la Mansión Presidencial, sede del gobernador Militar, en esa área.
En 1965 la revolución de abril, desato otra movilización de la burguesía y de sus comercios y bancos hacia la nueva zona residencial de Naco, en detrimento de la Zona Histórica, que entra en un franco proceso de deterioro hasta 1972 cuando Balaguer trata de rescatar la ciudad romántica, justamente con una serie de intervenciones románticas pero oportunas.
A partir de los años 60’s del pasado siglo, Santo Domingo, recobrando de nuevo su nombre luego de casi 30 años de ignominia, se convierte en una ciudad abierta que concentra todos los servicios y acoge una serie de escalada de migraciones internas que desmadran la ciudad y la convierte, por un lado, en medio para la especulación inmobiliaria, y por otro, en destino final de toda la pobreza del país.
Ahora lo que nos preocupan son, de nuevo, las transformaciones megalomaniaticas de nueva estirpe que entiende la modernización de la ciudad en función de algunos factores económicos, la competitividad, el tránsito y el transporte y, sobre todo, una visión mesiánica deformada por el clientelismo sempiterno.
La noción de una sola visión, que nos lanzan de cuando en cuando, se manifiesta en Santo Domingo en la preeminencia de la visión de un ingeniero sobre cualquier noción racional de planificación.
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Colofón
Soy de los que aun cree que nuestra ciudad es rescatable y que su rescate debiera iniciarse, como dice Rossi con, el núcleo original, que de alguna forma traza lineamientos de ciudad que deben ser continuados.
Sin embargo, quisiera, llamar la atención sobre los hechos de que de que Santo Domingo es una y de que Santo Domingo es frágil y que su fortaleza esta en nosotros.Omar Rancier
24 de agosto de 2006. Quinta Dominica, Ciudad Colonial de Santo Domingo